Un año más hemos llegado al 15 de octubre, fiesta de santa Teresa de Jesús. La verdad es que Santa Teresa sigue ejerciendo un gran atractivo sobre personas de todo tipo y condición, y no sólo en los ámbitos de la espiritualidad sino también, en el mundo de la cultura y del arte. ¿Cuál es la razón de esta actualidad permanente? Sin duda, el atractivo de su santidad, de las maravillas que Dios obró en ella, y también su personalidad humana en muchos aspectos, entre ellos la originalidad de su estilo literario. Es una mística, y también es una gran humanista. Sobre todo, Teresa es
moderna por su gran autenticidad humana y cristiana, porque respira verdad por los cuatro costados. Un caso muy significativo de su influencia es el de Edith Stein, convertida a la fe a través de la santa de Ávila. Una intelectual y filósofa, que pasó del agnosticismo a la fe católica en unas circunstancias que seguramente algunos lectores recordarán, y que, posteriormente, sería elevada a los altares por San Juan Pablo II.
De origen judío y discípula predilecta de Edmund Husserl, Edith Stein era agnóstica a sus treinta años. “En aquella época –escribe- mi salud no iba bien debido al combate espiritual que sufría en un secreto total y sin ayuda humana alguna”. Pero le llega la hora de la luz de un modo que ella no podía prever. Es tiempo de verano, y se encuentra descansando en la casa de unos amigos cristianos. Un día, se dirige a la pequeña biblioteca buscando una lectura. “Escogí a la buena de Dios y saqué un libro voluminoso. Llevaba por título Vida de Santa Teresa, escrita por ella misma. Empecé a leer y enseguida quedé tan descubierta que no lo dejé hasta el final. Al cerrar el libro dije para mí: Aquí está la verdad”.
Edith Stein ya no se apartaría de la escuela de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz, tan admirado por ella. Su descubrimiento de la mística carmelitana le llevará al bautismo y a ingresar en el Carmelo de Colonia. Deportada a Auschwitz, será una de las mártires cristianas del holocausto; morirá como hija del pueblo judío, pero también como religiosa carmelita, con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Se ha dicho de ella que era una de las mujeres a las que más admiraba San Juan Pablo II, que quiso declararla una de las patronas de Europa. De este modo, por su gran amor a la verdad, Santa Teresa de Jesús fue el instrumento escogido por Dios para llevar a la fe y hasta el martirio a una de las grandes intelectuales del siglo XX.
Santa Teresa de Jesús es una santa de perenne actualidad, una maestra de vida cristiana para los fieles de todos los tiempos y lugares. En nuestra sociedad, tan materialista y líquida, tan superficial y consumista, tan carente de valores espirituales, ella nos enseña a trascender, a volar más alto, a aspirar a un ideal de altura, a saciar la sed de Dios que habita en lo más hondo de nuestro corazón. El ejemplo de su vida, profundamente contemplativa y a la vez tan eficazmente activa, nos inspira y nos impulsa para entrar por caminos de oración, de amistad profunda con Dios, y también de determinación para buscar la voluntad de Dios y vivir la propia vocación en el seno de la Iglesia y del mundo.
+ José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla